Vivimos en un entorno digital de hiperconectividad constante, donde la sobrecarga de información y estímulos nos impide concentrarnos y distinguir qué es realmente relevante. En este contexto, surgen nuevos hábitos de consumo digital como el doomscrolling (deslizar sin parar por noticias negativas), el brain rot (contenido vacío que nos aturde) o el backscrolling (volver una y otra vez sobre lo ya visto).
El resultado: audiencias mentalmente saturadas, con menos paciencia, menos atención y más filtros para ignorar lo que no les aporta valor.
Del scroll relajado al doomscrolling compulsivo
Acá te vamos a contar cómo es que pasamos del entretenimiento al agotamiento mental a través de un proceso gradual, impulsado por cambios en el diseño de las plataformas, el tipo de contenido que consumimos y el contexto social global.

1.Diseño adictivo y scroll infinito
Las redes sociales fueron diseñadas para maximizar el tiempo de permanencia. El scroll infinito, las notificaciones, los algoritmos personalizados y la recompensa inmediata (likes, reacciones) convirtieron una actividad casual en un hábito casi automático.
2. Cambio en el contenido: de liviano a alarmante
Al principio, el scroll era relajado: veíamos fotos de amigos, memes y contenido inspirador. Pero con el tiempo, los algoritmos empezaron a priorizar el contenido que generaba más reacciones —y lo negativo o polémico suele hacerlo más que lo neutro. Así, el feed se llenó de noticias alarmantes, crisis, conflictos y problemas.
3. Factores externos: pandemia, crisis y ansiedad
Durante la pandemia y otros eventos globales recientes, muchas personas recurrieron a las redes para informarse. Pero la sobreexposición a noticias negativas y la incertidumbre aumentaron la ansiedad, alimentando un ciclo: cuanto más ansiosos estamos, más buscamos información, y cuanto más consumimos, peor nos sentimos.
4. Normalización del hábito
Lo que comenzó como una búsqueda de conexión o distracción se volvió un patrón compulsivo: scroll sin fin, muchas veces sin disfrutarlo, solo por inercia o por FOMO (Fear of Missing Out) o miedo a quedarse afuera.
Según un estudio de la consultora Electronics Hub, Argentina ocupa el cuarto lugar a nivel mundial en tiempo frente a pantallas y el quinto en uso de dispositivos móviles.
Nuevos hábitos: Brain rot y backscrolling
En paralelo, se consolidó el fenómeno del brain rot o “pudrición mental digital”, que describe el consumo masivo y pasivo de contenido que no deja huella: videos cortos, memes, trends o reels que se suceden uno tras otro sin generar reflexión, aprendizaje ni recuerdo. Este hábito es cada vez más común, sobre todo entre audiencias jóvenes, y refleja un cambio profundo en la forma de relacionarnos con la información.
En un intento por mantenerse relevantes y conectar con las nuevas generaciones, muchas marcas comenzaron a explorar formatos cada vez más extremos y disruptivos. Es el caso del brain rot italiano, la tendencia de crear memes con una estética caótica, exagerada y teatral que se volvió viral por su mezcla de gestos intensos, clichés culturales y humor absurdo.

Este subgénero, que transforma lo ridículo en irresistible, se volvió un lenguaje propio dentro de las redes sociales. Algunas marcas, atentas a este código cultural, decidieron subirse a la ola con creatividad y sin miedo al ridículo.
Estos son algunos ejemplos de marcas en Argentina y brain rot italiano:

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A todo esto se suma el backscrolling, una forma de consumo más silenciosa y específica: revisar contenido viejo, volver a publicaciones antiguas, stalkear perfiles o explorar archivos multimedia, generalmente durante momentos muertos del día. No se trata de ver lo nuevo, sino de escarbar en lo ya publicado, muchas veces sin interactuar, de forma pasiva y sin dejar huella visible. Es un hábito que responde a la curiosidad, el aburrimiento o incluso la nostalgia, y que desafía los indicadores clásicos de engagement.
Todos estos comportamientos revelan un punto en común: el desgaste mental del usuario promedio. El consumo de contenido ya no es solo una actividad lúdica o informativa; muchas veces se vive como una rutina automática, difícil de frenar, que satura más de lo que aporta.
En resumen: el brain rot, el doomscrolling y backscrolling fue moldeado por plataformas que premian el contenido emocionalmente intenso, eventos sociales estresantes y hábitos digitales cada vez más automatizados.
Esta combinación redefine la relación que tenemos con las redes sociales y plantea un nuevo desafío para las marcas: ¿cómo pueden las marcas destacarse cuando el usuario ya está saturado mentalmente?
La competencia ya no es solo con las marcas, es con la fatiga digital
En el escenario actual, las marcas no compiten solo entre ellas, sino contra un rival mucho más complejo: la fatiga digital del usuario.

Las personas están expuestas a más contenido que nunca, pero su capacidad de atención y retención está en caída libre. Ven más, recuerdan menos. Scrollean sin parar, pero interactúan poco y, muchas veces, ni siquiera registran qué han visto.
Esto implica que:
- La cantidad de contenido no garantiza impacto.
- El engagement superficial (likes, vistas rápidas) ya no alcanza.
- La saturación emocional y cognitiva filtra qué logra quedarse y qué no en la mente del usuario.
Hoy ya no alcanza con “aparecer” en el feed o en los resultados de búsqueda. Todos aparecemos y todos competimos por una fracción de atención. Pero esa atención es inestable y escasa. En ese contexto, el verdadero reto es conectar en medio del ruido.
Conectar no es solo generar una impresión o un clic. Es provocar algo en el usuario: una emoción, una reflexión, una sonrisa, una acción. Es lograr que, entre cientos de estímulos, tu mensaje no solo sea visto, sino sentido y recordado.
El marketing de interrupción (el que grita, invade o se impone) está siendo ignorado, silenciado o bloqueado. Las personas lo evitan activamente con ad blockers, scroll rápido o desinterés automático.
¿La clave? Ser relevante en menos tiempo, generar valor real, y construir una experiencia que interrumpa la rutina en lugar de sumarse a ella.
En definitiva…
- Ya no gana el que más grita, sino el que más conecta.
- Ya no basta con estar: hay que ser relevante y valioso.
- El contenido que aporta, emociona o entretiene es el que corta el ruido.
Siete estrategias para destacar entre el doomscrolling, el brain rot y el backscrolling
Para conectar con audiencias en un entorno digital saturado y emocionalmente desgastante, las marcas deben adoptar estrategias centradas en la empatía, el valor y la autenticidad.

1. Contenido centrado en el usuario (no en la marca)
- Cambiá el enfoque: Interactuar, leer comentarios, responder mensajes y adaptar el contenido a lo que la audiencia necesita demuestra atención genuina.
- Creá contenido que informe, ayude, entretenga o inspire.
- Usá formatos como: guías, tips, tutoriales, Q&A, plantillas descargables, etc.
2. Microcontenidos y snackable content
- Apostá por formatos breves que puedan consumirse rápido: reels, carruseles, stories, shorts.
- Optimizá los primeros 3 segundos para captar atención.
- Usá subtítulos, texto en pantalla y lenguaje directo.
- El usuario scrollea rápido. Captá, transmití y entregá valor en segundos.
3. Marketing emocional y storytelling
- Las audiencias están buscando marcas auténticas, no perfectas. Contá errores, aprendizajes o causas con las que la marca se alinea genera confianza y afinidad.
- Usá emociones que tu audiencia ya esté sintiendo: frustración, deseo, orgullo, nostalgia, alivio.
- Las emociones detienen el scroll. La identificación construye recuerdo.
4. Contenido generado por el usuario (UGC)
- Invitá a tus seguidores a crear o compartir contenido con tu marca.
- Mostrá testimonios reales, reseñas, casos reales de uso. La validación social construye confianza.
- Compartí capturas, historias o mensajes que demuestren la experiencia de tus usuarios.
5. Personalización y segmentación
- Adaptá tus mensajes a diferentes segmentos según sus intereses, comportamientos o etapa del funnel.
- Usá herramientas como newsletters segmentadas, retargeting o experiencias dinámicas.
- Un mensaje para todos no resuena con nadie. Segmentá para conectar.
6. Cultura de marca y posicionamiento con valores
- Mostrá en qué cree tu marca, qué causas apoya, cómo trabaja. Esto conecta especialmente con audiencias más jóvenes (Z y millennials).
- Las marcas con valores claros generan comunidad, no solo clientes.
7. Timing y empatía contextual
- Publicar por publicar ya no funciona. En vez de sumar más contenido al ruido, creá piezas que resuelvan problemas, inspiren o aporten algo útil.
- No publiques como si no pasara nada. Adaptá tu contenido al estado emocional o social de tu audiencia.
- Publicar sin contexto es ruido. Publicar con sensibilidad es oportunidad de conexión.
En pocas palabras:
- En un mundo digital saturado, las marcas no deben competir por atención, sino por significado.
- No se trata de interrumpir el scroll, sino de darle una razón para detenerse.
- Las marcas que conectan son las que entienden que del otro lado de la pantalla hay personas.
Más allá del algoritmo: Contenido en la era del brain rot y doomscrolling
Hoy las marcas ya no son solo actores comerciales, también son actores culturales. Están presentes en la conversación pública, influyen en valores, hábitos y formas de ver el mundo. El consumidor ya no espera solo productos o servicios: espera posicionamiento, ética y una relación más humana.
Una marca que alienta las pausas, el consumo consciente o el tiempo offline no se debilita: se humaniza, se diferencia y genera confianza.
Ejemplo: marcas que limitan sus notificaciones, lanzan campañas para reducir el screen time, o invitan a la desconexión sin miedo a perder visibilidad.
¿Cómo hacerlo sin perder impacto?
- Ser coherente: que el mensaje esté alineado con tu propósito y cultura interna.
- Ser creativo: Diseñar contenido que no agobie.
- Ser selectivo: no publicar por publicar.
- Ser útil: dar información de valor.
- Ser humano: priorizar calidad emocional por sobre volumen.
Esto invita a un consumo más consciente, que a largo plazo genera recordación e impacto.
Conclusión: menos ruido, más sentido
El caos digital no es una moda: es el nuevo entorno con usuarios hiperconectados, saturados y cada vez más automatizados en los hábitos. El desafío para las marcas ya no es solo aparecer, sino conectar con intención.
Las marcas que entiendan qué hay detrás de conceptos como doomscrolling, brain rot o backscrolling, y respondan con contenido útil, emocional o que aporte valor real, van a lograr lo más difícil hoy: ser recordadas.